Dios dio a Jeremías la difícil tarea de predicar la Palabra de Dios a gente que no quería escucharlo. El mensaje de que habría juicio si no se arrepentían con todo su corazón no era popular y muchas veces la vida de Jeremías estuvo en peligro, pero Dios siempre proveyó a alguien para rescatarlo.

Aunque muchas veces Jeremías se sintió desanimado y triste, siempre obedeció a Dios y desarrolló una amistad muy íntima con Dios llevándole sus problemas a Él en oración. Como creyentes de los últimos días, nuestro llamamiento es similar y necesitamos orar continuamente.

JEREMÍAS: Cómo enfrentarse al fin del mundo